jueves, 2 de enero de 2014

La abuela

La resistencia que tiene el corazón, me dice, mientras respira como entre cortado. Lo mira, lo observa y piensa. Tiene buena cara, se ha retocado esta miisma mañana. Porque se lo pida su cuerpo o porque lo necesite. Se viste, se peina y vuelve a estar junto a él, confuerza. Se asombra y no se da cuenta el compromiso de entrega que tiene e ella y su actitud propia a las complicaciones de la vida. Ni siquiera cae en el temblor de sus manos cuando acaricia las manos de él, o cuando le da un sorbo del agua espesante que debe beber él. Ni siquiera del temblor de sus labios. Ni cae en la cuenta que el ceño fruncido es directamente proporcional a la preocupacion interna que lleva dentro. Ella vive y respira por él y por los demás. Se olvida de si misma. Desde que se levanta piensa en él, en lo que respira, en lo qu eabre los ojos, en cuantas veces la mira, en sus garraspeos, cuida de sus manos que esten calientes, le pone algo que le tape la nariz que tiene helada por el frio, y se olvida de si misma. Le encanta sus besos, el abuelo le busca los morritos a la abuela. Se los pone cuando pasa a su vera.  Ella no asimila la edad que tiene y funciona igual que hace treinta años con la diferencia de que la vida le cambio por completo. Sin darse cuenta que ya no es la misma que cambiaba pañales a sus nietos ... que por ella tambien pesan los años... con sus noventa y tres. Abuela me quito el sombrero ante ti!! Una mujer increiblemente ejemplar!!!

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