Mirando hacia atrás un total de diez años. Hoy me siento muy afortunada de mi vida, también orgullosa de mi y de todos cuantos me ayudaron a estar hoy aquí, que fueron muchos, que lucharon en mi camino contra viento y marea para bien y para mal y posicionandome donde estoy, justo en el paraiso.
Mil gracias a la vida, porque aunque he tenido de todo en este proceso, más viento huracanado que calma, hoy estoy más feliz que nunca. Miro a mi alrededor, no muy lejos. A dos pasos, a mis gordos dormidos como si el salón fuera eternamente suyo. Unos pasos más para atrás, un sofá donde descansar los dias agotadores. Cinco para delante un ventanal grande donde el Sol cada mañana nos deleita con sus rayos, que producen calorcito. Es un sueño leer junto a él. Mil gracias a la vida, por tener una ropa más bonita o más fea, que calentar mi cuerpo en las distintas estaciones. A Dios, cada mañana le doy las gracias una y mil veces por mi marido, lo amo, él me ama, nos cuidamos, nos mimamos, nos entregamos, nos escuchamos y somos uno para el otro. Mis gatitos, mi sueño de niña hecho realidad. Los adoro. Son como posturas de yoga hechas con más mimo que el ser humano. Son auténticos maestros. Aunque a las niñas de jardín se les da mejor que a Lorenzo. La Vida, nos ha regalado todos los sabores cada mañana al despertar y al acostarnos. Dios está siempre en nosotros. El nos ayuda y nos protege. La naturaleza que tanto añoramos entre semana, que es como un bálsamo para los dias de estrés, nos espera en el campo los domingos en donde los perros y nosotros disfrutamos como niños. Con nuestro esfuerzo y nuestra lucha diaria hemos conseguido todo lo que tenemos, que es mucho más de lo que nosotros pudiesemos imaginar nunca. Agradecidos con la Vida.
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